10.9.06

23 razones para cambiar

Así podría titularse la película de mi vida... que por otra parte no tendría nada de interesante. Sí, ya llegaron los 23 y aquí sigo, igual que con 22 salvo porque mi vida ya no corre peligro al lado del zumbado aquel; salvo porque tengo más trastos en mi cuarto; salvo porque estoy más contenta en el trabajo; salvo porque al fin tengo Internet; salvo porque me gusta donde vivo; salvo porque me miro al espejo y me veo más horrible que nunca; salvo porque he sumado dos fracasos más a la interminable lista; salvo porque, según todos cuantos me rodean, ahora debería ser feliz... y no lo soy.

Mi sensación de abandono y soledad no sólo no ha disminuido, sino que ha crecido a pasos agigantados... aplastándome, agobiándome y arrinconándome. Y, tal y como dicta el primer mandamiento de toda sociedad consumista, sólo trato de rellenar todos esos pozos bajo mis pies con actividades, objetos, deseos, planes y chorradas de cualquier tipo... que para colmo no se cumplen. Sigo esperando, esperando, esperando. Y ya no sé en qué idioma, en qué tono o a qué altura gritarlo para que alguien me escuche.

Aquí todo el mundo corre a mi alrededor con una dirección fija, y yo, a ciegas y sin rumbo, me lanzo a correr a ver si así encuentro un camino de baldosas amarillas que me lleve hasta donde otros dejan los restos de tanta felicidad.

Bienvenida Natasha

* Escuchando 'Natasha' - Rufus Wainwright